
Usted ya ha sobrevivido a tener que levantarse a
las 2 de la madrugada para alimentar a su hijo
cuando era un lactante, a las rabietas de cuando
tenía 2 años y a las protestas de
hoy-no-quiero-ir-al-colegio propias de la etapa
escolar. Entonces, ¿por qué la palabra
"adolescencia" le provoca tanta ansiedad?
Si consideramos que la adolescencia es un
período de intenso desarrollo, no solo físico,
sino también moral e intelectual, es
comprensible que sea una etapa tumultuosa y
confusa para muchas familias.
A pesar de las percepciones negativas que tienen
algunos adultos sobre los adolescentes, estos a
menudo son enérgicos, considerados, idealistas y
tienen un gran interés por lo que es justo y
correcto. De modo que, a pesar de que puede ser
un período conflictivo entre padres e hijos, la
adolescencia también es un período para ayudar a
los chicos a madurar y convertirse en los
definidos individuos que serán en el futuro.
Entender la adolescencia
Pero, ¿cuándo empieza exactamente la
adolescencia? El mensaje que hemos de transmitir
a nuestros hijos es que todo el mundo es
diferente. Hay niños que hacen el cambio muy
pronto y niños que lo hacen muy tarde, unos que
maduran a la velocidad de la luz y otros que lo
hacen lenta pero paulatinamente. En otras
palabras, existe un amplio abanico de
posibilidades sobre lo que se considera normal.
Pero es importante establecer una distinción
(aunque un tanto artificial) entre la pubertad y
la adolescencia. La mayoría de nosotros pensamos
en la pubertad como en la etapa en que se
desarrollan las características sexuales
adultas: los senos, el período menstrual, el
vello púbico y la barba. Estos son, desde luego,
los signos más visibles de la pubertad y de la
adultez inminente, pero los chicos que presentan
estos cambios físicos (aproximadamente entre los
8 y los 14 años), pueden estar experimentando un
montón de cambios que no se pueden percibir
desde afuera. Estos son los cambios de la
adolescencia.
Muchos niños dan muestras de que ya han entrado
en la adolescencia al hacer un cambio drástico
en la forma de relacionarse con sus padres.
Empiezan a separarse de "mamá y papá" y a ser
más independientes. Al mismo tiempo, los chicos
de esta edad cada vez dan mayor importancia al
modo en que los ven los demás, especialmente los
demás chicos de su edad, e intentan
desesperadamente "encajar" en el grupo y ser
aceptados. Sus amigos se vuelven mucho más
importantes, en comparación con sus padres, a la
hora de tomar decisiones.
Los chicos de esta edad a menudo empiezan a
"probar" cómo se sienten en diferentes
apariencias físicas, estilos e identidades, y
adquieren mayor conciencia de en qué difieren de
los demás chicos de su edad y esto puede generar
momentos de tensión y conflicto con los padres.
Rebeldes
Uno de los estereotipos más extendidos sobre la adolescencia es la del chico rebelde e indomable que lleva constantemente la contra a sus padres. Aunque esto puede darse en algunos casos y ésta es una etapa de altibajos emocionales, ese estereotipo no es representativo de la mayoría de los adolescentes.
Pero la principal meta de un adolescente es lograr la independencia. Para que esto ocurra, los adolescentes empezarán a alejarse de las figuras paternas, sobre todo del progenitor con quien hasta ahora habían mantenido una relación más estrecha. Esto puede ponerse de manifiesto en la tendencia de los adolescentes a discrepar de sus padres y a no querer pasar tanto tiempo con ellos como antes.
A medida que van madurando, los adolescentes empiezan a pensar de un modo más abstracto y racional. Se están formando su propio código ético, su propia escala de valores. Y los padres es posible que constaten que sus hijos, que antes tendían a conformarse para complacerles, de repente, empiezan a autoafirmarse (y a afirmar sus opiniones) con fuerza y a rebelarse contra el control paterno.
Tal vez sea un buen momento para que analice detenidamente cuánto espacio deja a su hijo para que sea un individuo y que se formule preguntas como: "¿Soy un padre controlador?" "¿Escucho realmente a mi hijo?" o "¿Permito que sus opiniones y gustos difieran de los míos?"
Consejos para educar a un hijo durante la
adolescencia
¿Necesita un buen mapa de carreteras que le guíe
durante ésta etapa? He aquí algunos consejos:
Edúquese
Lea libros sobre la adolescencia. Piense en su
propia adolescencia. Recuerde su lucha contra el
acné o la vergüenza que le daba estar
desarrollándose "demasiado" pronto o "demasiado"
tarde. Prepárese para los altibajos emocionales
en un niño que antes era una castañuela y para
tener cada vez más conflictos mientras su hijo
madura como individuo. Los padres que saben qué
les espera pueden afrontarlo mejor. Y, cuánto
más sepa sobre la adolescencia, mejor se podrá
preparar.
Hable con su hijo antes de que sea tarde
Hablar con un hijo sobre las poluciones
nocturnas (sueños húmedos) o sobre la
menstruación cuando ya haya tenido esas
experiencias es llegar demasiado tarde. Responda
a las primeras preguntas sobre el cuerpo que le
haga su hijo cuando todavía sea un niño, como
las diferencias entre chicos y chicas o de dónde
vienen los niños. Pero no le sature con
demasiada información; limítese a responder a
sus preguntas. Si no conoce las respuestas,
ayúdele a encontrar a alguien que las conozca,
como un amigo de confianza o su pediatra.
Usted conoce a su hijo. Cuando constate que
empieza a contar chistes sobre sexo o que se
preocupa más por su aspecto físico, será un buen
momento para que usted se lance con sus propias
preguntas, como:
-
¿Has notado cambios en tu
cuerpo?
-
¿Tienes sentimientos y/o
sensaciones extrañas?
-
¿A veces te pones triste sin
saber por qué?
La revisión médica anual puede ser una gran
oportunidad para sacar a colación este tipo de
cuestiones. El pediatra puede explicarles, a su
hijo preadolescente y a usted, qué cambios
pueden esperar en los próximos años. Puede
utilizar el examen físico como punto de partida
para mantener una conversación abierta con su
hijo. Cuanto más retrase esa conversación, más
probabilidades habrá de que su hijo se forme
ideas equivocadas y sienta vergüenza o temor
ante los cambios corporales y emocionales que
irá experimentando.
Además, cuanto antes empiece a hablar
abiertamente sobre estos temas, más
probabilidades tendrá de mantener abiertos los
canales de comunicación durante toda la
adolescencia. Dele a su hijo libros sobre la
pubertad escritos para chicos que están
atravesando esta etapa. Comparta con su hijo los
recuerdos de su propia adolescencia. Para
tranquilizar a un chico, no hay nada como saber
que "mamá o papá" también han pasado por eso.
Póngase en el lugar de su hijo.
Practique la empatía
con su hijo. Ayúdele a entender que es normal
que esté un poco preocupado o cohibido y que
también es normal que a veces se sienta "mayor"
y otras como si todavía fuera un "niño".
Escoja sus batallas.
Si su hijo adolescente quiere teñirse el pelo, pintarse de negro las uñas de los pies o vestir de forma estrafalaria, tal vez valga la pena que usted lo piense dos veces antes de oponerse. A los adolescentes les gusta sorprender a sus padres y es mucho mejor dejarles que lo hagan con cosas que son temporales e inofensivas. Guárdese las objeciones para las cosas que importan de verdad, como el tabaco, las drogas, el alcohol o cambios permanentes (e irremediables) en su aspecto.
Pregunte a su hijo
por qué quiere vestirse o tener un aspecto
dentro de una determinada manera e intente
comprender cómo se siente. Es posible que
también le interese comentarle cómo lo
percibirán los demás: ayude a su hijo a entender
como lo verán los demás cuando vista o se vea de
ese modo.
Fije expectativas realistas.
Es probable que a un
adolescente le desagraden las expectativas que
sus padres tienen sobre él. De todos modos, los
adolescentes suelen entender y necesitan saber
que sus padres se preocupan lo suficiente por
ellos como para esperar determinadas cosas, como
que saquen buenas notas, se comporten
correctamente y respeten las normas de la casa.
Si los padres tienen unas expectativas
apropiadas, es más probable que los adolescentes
intenten cumplirlas. Si usted no tiene unas
expectativas razonables sobre su hijo
adolescente, es posible que él sienta que no se
preocupa por él.
Informe a su hijo y manténgase informado.
La adolescencia suele ser una etapa de experimentación y a veces esa experimentación incluye comportamientos arriesgados. No eluda los temas relacionados con el sexo, las drogas, el alcohol y el tabaco; si conversa con su hijo abiertamente sobre estos temas antes de que se exponga a ellos, habrá más probabilidades de que actúe de forma responsable cuando llegue el momento. Comparta los valores de su familia con su hijo y hable con él sobre lo que considera correcto e incorrecto.
Conozca a los amigos de su hijo y también a los padres de sus amigos. La comunicación habitual entre los padres puede hacer maravillas para crear un ambiente seguro para todos los adolescentes que pertenecen al mismo grupo. Los padres pueden ayudarse los unos a los otros a hacer un seguimiento de las actividades de sus hijos sin que éstos se sientan vigilados.
Sepa identificar las señales de alarma
Que una persona experimente cierta cantidad de
cambios es algo normal durante la adolescencia,
pero un cambio demasiado drástico o duradero en
la personalidad o comportamiento de un
adolescente puede indicar que existe un problema
real que requiere ayuda profesional. Esté
pendiente de si su hijo presenta una o varias de
las siguientes señales de alarma:
-
- Aumento
o pérdida excesiva de peso
-
-
Problemas de sueño
-
- Cambios
rápidos y drásticos en su
personalidad
-
- Cambio
repentino de amigos
-
- Faltar
a clase continuamente
-
- Sacar
peores notas
-
- Hablar
o, incluso, bromear sobre el
suicidio
-
-
Indicios de que fuma, bebe
alcohol o consume drogas
-
-
Problemas con la ley
Cualquier otro comportamiento inadecuado que
dure más de 6 semanas también puede ser un signo
de algún problema subyacente. Durante esta
etapa, usted puede esperar que su hijo tenga
algún que otro tropiezo en los estudios o en el
comportamiento, pero un estudiante de notables y
sobresaliente no debería de repente empezar a
fallar, ni una persona que suele ser
extrovertida debería aislarse de todo el mundo.
En tal caso, el pediatra de su hijo, o bien un
psicólogo o psiquiatra, podrían orientarle para
encontrar la ayuda profesional adecuada para él.
Respete la intimidad de su hijo
A algunos padres, comprensiblemente, les cuesta
mucho respetar la intimidad de su hijo. Sienten
que todo cuanto hacen sus hijos es asunto suyo.
Pero, para ayudar a su hijo a convertirse en un
adulto joven, deberá respetar su intimidad. Si
usted detecta señales de alarma de que su hijo
podría tener problemas, entonces no tendrá más
remedio que invadir su intimidad hasta llegar al
fondo del problema. Pero, en caso contrario,
deberá mantenerse al margen.
En otras palabras, el dormitorio de un
adolescente, sus libros, sus correos
electrónicos y sus llamadas telefónicas deben
ser algo completamente privado. Tampoco debe
esperar que su hijo comparta con usted todas sus
ideas o actividades. Está claro que, por
estrictos motivos de seguridad, usted siempre
debe saber dónde está, qué está haciendo, con
quién está y cuándo volverá su hijo, pero no
necesita conocer todos los detalles. Y, por
descontado, ¡no espere que le pida que le
acompañe!
Empiece por la confianza. Deje que su hijo sepa
que usted confía en él. Pero, si se rompe la
confianza, su hijo deberá disfrutar de menos
libertades hasta que la recupere.
Supervise lo que ve y lo que lee su hijo
Programas de televisión, revistas, libros, Internet; los chicos pueden acceder a un montón de información. Esté al tanto de lo que ve y lee su hijo. No tema fijarle límites sobre la cantidad de tiempo que puede pasar delante del televisor o de la computadora. Sepa qué aprende su hijo de los medios de comunicación y con quién se comunica a través de Internet.
Cuando están a
solas, los adolescentes no deben tener un acceso
ilimitado a la televisión o a Internet; ambas
deberían ser actividades de carácter público. El
acceso a la tecnología también se debería
restringir a partir de determinada hora (por
ejemplo las 10 de la noche) para favorecer una
cantidad adecuada de horas de sueño. Es
razonable prohibir el uso del teléfono móvil y
la computadora a partir de determinada hora.
Establezca normas apropiadas
La hora a la que su hijo adolescente debe acostarse ha de ser la adecuada para su edad, como cuando era un bebé. Los adolescentes todavía necesitan dormir de 8 a 9 horas por la noche. Recompense a su hijo por ser una persona digna de confianza. ¿Respeta el "toque de queda" de las 10 de la noche los fines de semana? En tal caso, desplácelo hasta las 10:30. ¿Tiene un adolescente que participar siempre en las salidas familiares? Fomente que su hijo pase una cantidad de tiempo razonable con la familia.
Decida cuáles son
sus expectativas y no se sienta ofendido cuando
su hijo no quiera pasar tanto tiempo con usted
como antes. Piense en su propia adolescencia:
probablemente usted sentía lo mismo con respecto
a sus propios padres.
¿Se acabará alguna vez?
A medida que su hijo avance por los años de la adolescencia, usted notará que disminuyen los altibajos emocionales propios de esta etapa. Y, al final, se convertirá en un joven independiente, responsable y comunicativo.
O sea que recuerde el lema de muchos padres que tienen hijos en edad adolescente: ¡Estamos pasando por esto juntos y también lo superaremos juntos!